Trabajo en una editorial y vivo solo en una casa grande. Mi esposa viaja mucho por trabajo, pasamos menos tiempo juntos y cuando regreso a casa me interrogan muchas veces y estoy agotado. Mi cuñada Erika viene a menudo a visitarme, me conozca o no. Ese día también, la conversación pasó de una pequeña charla a ver la vida nocturna, y Eri, que tenía una expresión traviesa, me tocó la entrepierna. Erika me susurró que había perdido la cabeza y los deseos de mi cuerpo, y si podía abstenerme durante 30 días, podría amarla. Buenas películas todos los días: